EL CREDO ESTÉTICO-LITERARIO DE ARGENIS RODRÍGUEZ

EL CREDO ESTÉTICO-LITERARIO DE ARGENIS RODRÍGUEZ

UNA ENTREVISTA

UNA ENTREVISTA
1998

DE LA GUERRILLA AL BOTIQUÍN

DE LA GUERRILLA AL BOTIQUÍN
MANUEL BERMUDEZ

CARTA DE A R

CARTA DE A R
1996

DEDICATORIA

DEDICATORIA
MANUSCRITO DE PARA CONOCER A FRANCISCO LAZO MARTÍ

NOTA DE AR SOBRE LA ENTREVISTA PARA UN ESBOZO BIOGRÁFICO

NOTA DE AR SOBRE LA ENTREVISTA PARA UN ESBOZO BIOGRÁFICO
1998

DEDICATORIA EN LA CAIDA DE UN PRESIDENTE

DEDICATORIA EN LA CAIDA DE UN PRESIDENTE
1996

PORTADAS HECHAS POR A.R PARA SU LIBRO PALABRAS DE MUJER

PORTADAS HECHAS POR A.R PARA SU LIBRO PALABRAS DE MUJER

MEMORIAS ESPIRITUALES

MEMORIAS ESPIRITUALES

LA SOLEDAD DEL GUERRILLERO

LA SOLEDAD DEL GUERRILLERO

ARGENIS RODRIGUEZ Y EDGARDO MALASPINA

sábado, 3 de mayo de 2008

LOS CAMINOS NOCTURNOS

El Ideario estético – literario de Argénis Rodríguez

Por: Edgardo Malaspina

Para aproximarnos al ideario estético – literario de Argenis Rodriguez analizamos una de sus obras más cargadas de simbolismos: Los Caminos Nocturnos, un verdadero tratado de manifestaciones del subconsciente. Así mismo de su prolija obra, iniciada con Entre las Breñas, extraemos algunas de sus reflexiones y sentencias elocuentes por si mismas de su posición filosófica ante la vida y que lo convirtieron en uno de los escritores venezolanos más contradictorios y polémicos.

Los Caminos Nocturnos sale a la luz pública en 1973. Argénis decía que el libro constituye una selección de los sueños que metódicamente anotaba en sus diarios desde 1961 hasta 1971. Ese período comprende sus estadías en Santiago de Chile, París, Bruselas, Barcelona y Caracas. La descripción detallada de los sueños le sirve para conocerse a sí mismo. Ese fue el método de Freud.

El nombre de su obra lo toma Argénis del excelente relato de Pedro Sotillo aparecido en los años treinta del siglo XX. En Los Caminos Nocturnos de Pedro Sotillo hay una atmósfera de constante misterio. Los personajes viajan a caballo por la llanura y filosofan sobre la vida y la muerte bajo la luz de una luna grande y enigmática: “Había una luna lívida que daba la impresión de ser exageradamente grande. Es necesario haberse aventurado de noche o por la madrugada por un camino por los llanos, para apreciar todo el horror de la luz lunar. Es necesario uno mismo haber sentido la influencia de la luna para darse cuenta de la tremenda irrealidad que siembra en la vida.”

Argénis dice: “Hoy como ayer y desde hace no sé cuantos años, he salido a la puerta y he visto la llanura extenderse hacia el infinito. Por la noche creí sentir la turba muerta de una caballería y oí gemidos. Pero me asomé y no distinguí nada”. Hay algo en común: La llanura, la noche, la soledad, los sueños y la muerte. Argénis cita a Nerval “los primeros instantes del sueño son la imagen de la muerte”. Herrera, uno de los personajes de Sotillo filosofa: “Morir en una de estas sabanas, en una noche como esta, debe ser la sensación más completa de la muerte. Hay algo en estas soledades que a cada paso nos recuerda la muerte. Aquí es donde mejor se comprende que, después de morir, no hay nada; que la muerte es el fin irremediable y definitivo. Recorriendo las llanuras he aprendido a negar la existencia del alma”.

Sotillo dice: “Herrera se levantó y dio algunos pasos. Se volvió a la hamaca. Por primera vez comenzó a hablarnos. Escogió un tema imprevisto, que estaba muy fuera de las circunstancias: el suicidio. Yo jamás he creído en el fervor de los suicidas teóricos y, aunque atento a la conversación, casi me abstuve de hablar:
-Es el único acto de libertad -decía- Herrera con su voz naturalmente vibrante”

Argénis dice: “Me siento seguro de mí mismo. Pero trabajo poco. Lo más grandioso es luchar. Se me erizan los vellos cuando pienso que muchas veces la única salida que encontraba era el suicidio”.

Clare Hanson en su ensayo Hacía una poética de la ficción breve dice: “Los críticos poestructuralistas han afirmado también que cualquier trabajo literario debe ser caracterizado como una estructura de representación y selección pintada en el impulso primario del sueño y el deseo...” Es decir se sueña porque se desea y la poesía o cualquier relato es la forma de comprensión, de realización de un sueño.

Para Hanson el sueño contiene los rasgos de cualquier relato. Solo son deseos represados. Kipling, Hemingway y otro grandes de la literatura utilizaron sus sueños para enriquecer sus obras. Argénis recurre constantemente a sus sueños. Los introduce en sus relatos, sus novelas y los lleva a su máxima expresión en Los Caminos Nocturnos. El sueño es la fantasía y es lo más próximo a la muerte.

Hanson explica que: “Lyotard discute la premisa de Freud según la cual el sueño consiste en pensamientos latentes que en el sueño mismo se transforman a través de la acción de una fuerza activa y limitante. Dice Lyotard por el contrario, que es el deseo mismo el que trabaja los pensamientos del sueño para crear su contenido manifiesto. No intentamos leer el sueño en el sentido Freudiano: buscando la significación que yace en él: mejor diríamos que es el sueño mismo el que constituye un deseo latente expresado. De allí su extraordinario poder de combinación de elementos, de familiaridad y extrañeza, y de allí además la necesidad de leer el sueño no de manera sintomática sino literal”.

Los sueños se han interpretado de diferentes maneras a través de la historia. Para los hombres de la mayoría de las civilizaciones, los sueños tenían un significado oculto siempre premonitorio. Es el caso por ejemplo del relato bíblico donde José adivina el sueño del faraón. En la literatura China el sueño se interpreta como síntoma de una enfermedad. La medicina contemporánea acepta como cierto ese postulado en algunos casos. Para Freud el sueño es la manifestación del deseo reprimido. La interpretación de los sueños lleva a Freud a la asociación libre de ideas, al estudio del subconsciente al autoanálisis y al sicoanálisis. La neurosis conlleva a un tipo de sueño, y ese sueño sirve para llegar hasta la neurosis. Freud dice: “Los sueños son una realización de deseos, al igual que las fantasías diurnas”.

Freud se conoce a sí mismo. Escribe sus sueños y publica la interpretación de los mismos. Es una necesidad dice. Los sueños oscuros son recopilación de deseos disfrazados. Los contenidos reprimidos afloran en los sueños. Para entender el significado oculto de cualquier sueño, según Freud, es necesario desmenuzarlo en sus tres partes. Por un lado está el contenido manifiesto ó relato del sueño; y por otro se encuentran las ideas latentes que surgen como resultado de análisis. La elaboración onírica es la deformación con la cual aparece el sueño. Los mecanismos de los sueños son muy importantes para entender su relación con la estructura de los textos literarios, ya sea en prosa ó en poesía. Aquí tenemos la condensación donde varias imágenes se representan en una; y el desplazamiento cuando lo importante pasa a segundo plano. Esto lo podemos ver perfectamente en un texto poético: Las sugerencias ocupan el espacio y el tiempo. Tras las mismas está lo que verdaderamente quiere decir el autor.

El prólogo de Los Caminos Nocturnos no es más que una pesadilla. Indudablemente se pasa al mundo de las formas extravagantes y fantasmagóricas de los sueños cotidianos. Se observa a lo largo del texto un proyecto de vida. Es necesario adelantarse y producir a temprana edad. Argénis se preocupaba por alcanzar su gloria a cierta edad. Estaba consciente que con los años la capacidad creadora puede mermar.

En muchos de sus diarios se refiere a ese tema. Julio Cesar dijo un día: “A mí edad Alejandro ya había conquistado el mundo, y yo aún no he hecho nada memorable”. Jesús y el Che a los 39 años eran ya mitos. Napoleón a los 30 ya había acumulado un gran poder. Hay que apurarse.

En un mecanismo evidentemente de desplazamiento, Argénis dice de un personaje de Los Caminos Nocturnos: “Lo más probable es que no piense. Ya he llegado a una edad ¿Los cincuenta? ¿Los cincuenta y cinco? En que no se piensa, en que se sabe todo y ya no hay nada que hacerle”.

El hijo mata al padre frecuentemente: “Soñé que velábamos a mi papá en la sala de este apartamento y lo vimos levantar de la urna”. El odio hacia el padre lo mata y el sentimiento de culpabilidad lo revive. Eros y Tanatos es un tema frecuente: “Entre la destrucción y el amor preferí la destrucción”.

Argénis era un autodidacta. Un autodidacta que llegó a saberlo todo. Era impresionante su educación, su conocimiento de la historia, de la literatura y del hombre en general. En un sueño dice: “Yo, entre la historia y la gramática, había escogido la gramática y presentaba un examen que era un crucigrama”. El oficio escritural para Argénis era algo común y corriente, fácil como resolver un crucigrama.

Sueños y poesía son una misma cosa: “¿Cuál de esos nombres era el de mi mujer? Los grite todos los tres pero mi mujer no se movía. En esto me fijé hacia la sala y caí en la conciencia de que dormíamos con las ventanas abiertas y yo divisé las montañas verdes y claras.” Sueño y Vigilia. Literatura y vida cotidiana. Todo es una sola cosa para Argénis por eso le es caro el verso de Eliot: “El género humano no puede soportar tanta realidad.”

Argénis constata con tristeza: “¡Pensar que el hombre va hacia el no dormir!” Como Borges busca la gloria aunque sea en unas líneas: “Y solo se salvarán unas páginas. Hacemos mal. Mal menos”.

En Los Caminos Nocturnos hay párrafos como sentencias filosóficas:
o Cuando uno dice yo digo la verdad es porque piensa que lo que dice perjudica.
o Soy un hombre que pierde fácilmente la cabeza, pero no puedo dejar a la justicia divina el arreglo de mis asuntos.
o No se puede ser soberbio sin poder.
o El poder da la soberbia.
o Me gustaría aparentar más suavidad, más franqueza, más debilidad.

En la obra los episodios fúnebres son frecuentes. Argénis dice con el pesimismo que le es característico: “Tanto ver la muerte -me dije- es una señal mala”. Nuevamente la poesía, la fantasía: “Ahora he salido a la puerta de la cabaña. En todo el rededor no hay más que zarzales. Son muchas las veces que creo estar soñando. Pero la verdad es que no se bien donde podría despertarme, en que sitio. Estoy convencido de que esto no es un sueño...”

En Los Caminos Nocturnos Argénis recuerda su infancia, la juventud difícil el inicio por un camino oscuro. Se ve abandonando el pueblo, a su familia. Se ve odiando al padre, a la madre; quienes los instaban a estudiar, a ser un profesional, un profesor. Ve en sueño a este personaje rodeado de gente que lo respeta y aprecia; y el detesta toda esa hipocresía.

Tanatos lo marca. Es su signo, su guía:
o ¡Oh crueldad, con cuanto refinamiento yo te aplicaría!
o Los hombres más felices son los verdugos y los torturadores.
o Crueldad. Venganza.
o La vida es un campo de batalla. Y la he vivido como si peleara, como si tuviera que enfrentarme a cada instante con un enemigo.
o Lo malo en mi es que nunca perdono. O lo bueno en mí es que nunca perdono. El odio que siento es tan grande que solo es me sostiene en la vida.
o Y yo no soy un hombre de ideas, yo soy un hombre de pasiones, por lo tanto no necesito ningún aliciente teórico para destruir.
o Tengo lo principal: la pasión y el odio.

Buscó en la soledad su grandeza. En la soledad estuvo su poder creativo. La soledad la persigue Argénis, la busca con propósito claro. Vivió solo, llego a la gloria solo y murió solo: “En la soledad más absoluta es donde se obtiene la limpieza del alma”, solía decir Argénis Rodríguez.”


Para citar este artículo: Malaspina, Edgardo. El Credo Estético literario de Argénis Rodríguez.Ministerio de la Cultura. Caracas.2006.

UNA ENTREVISTA

UNA ENTREVISTA

Yo le dije a Argénis que necesitaba hacerle unas preguntas para un pequeño trabajo que estaba preparando sobre su vida y obra.
Se mostró receptivo y fue dando todas las respuestas con los detalles y la erudición que le era propia:

Edgardo Malaspina: Argénis, ¿por qué te hiciste Escritor? Cuéntanos de tu vida.

Argénis Rodríguez: No sé si me hice escritor. Recuerdo que desde niño leía la Biblia y una Historia de Venezuela y que mi mamá nos recitaba poemas de Pérez Bonalde, Alirio Díaz Guerra y Andrés Eloy Blanco. También recuerdo que mi papá nos leyó unas novelas sobre Tarzán y se la pasaba consultando un pequeño Larousse. Mi abuelo, Manuel Rodríguez, también me leía cuentos e historias y mi mamá vieja, con la que me crié, me contaba cuentos de la Guerra Federal. Entre los 10 y 12 años me leí algunos cuentos de Poe, una novela de Zola y Doña Bárbara. Cuando empecé el primer año de bachillerato nunca entendí la gramática, pero si me estaba leyendo Humillados y Ofendidos de Dostoievski y Los Cosacos, de Tolstoy. Luego leí y releí a Rubén Darío por el Chileno Francisco Contreras; Peonía, de Romero García y casi toda la obra de Vargas Vila. Abandoné el bachillerato, me encerré en Las Mercedes del Llano a leer y escribir mis primeros cuentos. Después me fui a Cabruta y viví con una prostituta que se enamoró de mí. De Cabruta di el gran salto a Caracas y aquí trabajé en un taller mecánico y leí a todo Baroja, a Chejov, a Camilo José Cela, a Blanco Fombona y Wensceslao Fernández Flores, de este último autor me gustó mucho El Bosque Encantado.
Un día viaje desde Las Mercedes del Llano hasta Caracas. Trabajé en un taller mecánico. Leí mucho a Chejov. Después trabajé en una librería. Aquí descubrí a los escritores norteamericanos. Me leí todo Hemingway y a Faulkner. También a Francis Scott Fitzgerald. Pasé un año con Crimen y Castigo, de Dostoievski. En el depósito de la librería encontré los dos tomos de Del Tiempo y del Río, Thomas Wolfe. Con este libro pase dos años. Descubrí a Carolina, de Teodoro Dreiser. Me enamoré por primera vez cuando contaba 24 años. Me casé con una muchacha que me llevaba dos años. Yo anotaba todo en mi Diario, pero cuando me casé esta señora me quemó el diario. Ella no creía en mí. Quería que fuera oficinista y que dejara la lectura y la escritura. En mi luna de miel escribí El Tumulto. Salió en México y aquí lo atacaron mucho. Solo Guillermo Meneses lo elogió. Dijo que yo escribía a los trancazos. A la caída de Pérez Jiménez me fui a las guerrillas. Allí también llevaba mi diario. Allá mataron a Iván Darío Barreto, que estudiaba en la Escuela Técnica Industrial. Tenía 19 años. También mataron a Miguelito, que se fue a las guerrillas porque estaba desempleado. En las guerrillas no pude leer nada. Cuando bajé no cesaba de recordar a Iván.
Me fui a Chile para huir de las guerrillas, que eran una completa locura y anarquía. En Chile trabajé en El Siglo y traté de escribir Entre las Breñas. En una año solo escribí un capítulo. Regresé y andaba por ahí desempleado y escribí Entre las Breñas en unos seis meses. Mi hermano Adolfo daba clases en un colegio. Me dejó esas clases y con lo que gané pagué la primera edición de Entre las Breñas. Se me abrieron las puertas por todos los periódicos de Caracas. Los comunistas me llamaron traidor. Yo me dediqué a escribir para El Nacional y Ultimas Noticias. El doctor Gonzalo Barrios, que era Ministro del Interior, quiso conocerme y nos vimos en un restaurante con Juan Liscano. De esa reunión salí con una beca para París. En París me inscribí en la Alianza Francesa. Leía de todo. Después me fui a Madrid en tren y escribí un libro que titulé Donde los Ríos se Bifurcan. Al año estaba de regreso en Venezuela. Conocí a la abogada Mirna Linares Alemán. Salió en estado. Ella consiguió una beca en el Ministerio de Justicia y volamos a Bélgica. Aquí yo estudiaba francés y leía y escribía mucho.
En Bruselas escribí un diario de cerca de mil páginas y escribí La Fiesta del Embajador que me editó Camilo José Cela. Cela, quien sería premio Nobel poco después, me editó once relatos más en su revista Papeles de Son Armadans.
Al lado de Mirna escribí Gritando su Agonía. Esta es la noivela más difícil que he escrito. Me costo tres años de trabajo. La editó el novelista Tomás Salvador en Barcelona, España, y allá se agotó.

Edgardo Malaspina: ¿Por qué te han tildado de Poeta maldito?

Argénis Rodríguez: Bueno, cuando uno ha hecho lo que ha hecho, como eso de estar en unas guerrillas y publicar Entre Las Breñas no es para menos que lo llamen a uno maldito.

Edgardo Malaspina: En donde los Ríos se Bifurcan tu dices que una leyenda en torno a un hombre, es más importante que la verdad más heroica. ¿Tiene Argénis Rodríguez su propia leyenda?

Argénis Rodríguez: Si, de mí dicen que soy una leyenda. Lo escribió Julio Miranda. Y donde voy dicen: Argénis es una leyenda.

Edgardo Malaspina: ¿Para que sirve la literatura?

Argénis Rodríguez: La literatura sirve para atormentarse. Para más nada.

Edgardo Malaspina: ¿Cuál crees tú que es tu mejor novela?

Argénis Rodríguez: Mis mejores novelas son Entre las Breñas, Breve Relación de la Destrucción de un País, Cruz de Silencio y otras más. Creo que todas.

Edgardo Malaspina: Vargas Vila decía que escribía parado y sobre un pupitre alto. ¿Cómo escribe Argénis Rodríguez?

Argénis Rodríguez: Yo escribo donde sea. En un banco. En un bar, entre la muchedumbre, en el silencio de la noche.

Edgardo Malaspina: El suicidio ha estado siempre presente en tu vida. Voltaire también hablaba de suicidio y cuando se le preguntaba por qué no se suicidaba contestaba que solo Dios tenía derecho a quitarle la vida. ¿Es ese el caso de Argénis Rodríguez?

Argénis Rodríguez: Si, los suicidas y los locos siempre me han llamado la atención. Y los poseídos que más admiro son Strindberg, Dostoievski, Thomas Wolfe, Hemingway, Rimbaud, Lautréamont y Van Gogh. Admiro a mucha gente de esta clase. Admiro a Malconl Lowry por su novela Bajo el Volcán.

SOBRE EL LIBRO EL CREDO ESTÉTICO LITERARIO


EL CREDO ESTÉTICO LITERARIO DE ARGENIS RODRIGUEZ


Por: Edgardo Malaspina


Este libro sobre la vida y obra literaria de Argenis Rodriguez fue galardonado por el Ministerio de la Cultura en el 2004, en el marco del concurso CERTAMEN MAYOR DE LAS ARTES Y LAS LETRAS.


Lo empecé escribir estando Argénis vivo, y luego de su muerte lo consideré un compromiso moral para con un amigo.


RESEÑA SOBRE EL CREDO ESTÉTICO LITERARIO

El credo estético literario de Argenis Rodríguez

Autor: Edgardo Malaspina

Este credo estético es un amplio ensayo de la vida y obra de Argenis Rodríguez, escritor guariqueño de Santa María de Ipire. En este estudio se destaca la riqueza de su obra poética, narrativa, ensayística y de sus diarios escritos en distitos lugares del mundo. Argenis Rodríguez fue ante todo un gran lector, Salvador Garmendia lo describió así: Argenis se leyó casi todos los libros; pero no todos por haber pasado demasiado tiempo descifrando el Ulises de Joyce…Como diabólico saltamontes joyceano quería saltar en una misma línea, del lecho conyugal al burdel, de la piedad al desenfreno, de la soledad más oscura a la claridad indecente y maltrecha de las calles.