EL CREDO ESTÉTICO-LITERARIO DE ARGENIS RODRÍGUEZ

EL CREDO ESTÉTICO-LITERARIO DE ARGENIS RODRÍGUEZ

UNA ENTREVISTA

UNA ENTREVISTA
1998

DE LA GUERRILLA AL BOTIQUÍN

DE LA GUERRILLA AL BOTIQUÍN
MANUEL BERMUDEZ

CARTA DE A R

CARTA DE A R
1996

DEDICATORIA

DEDICATORIA
MANUSCRITO DE PARA CONOCER A FRANCISCO LAZO MARTÍ

NOTA DE AR SOBRE LA ENTREVISTA PARA UN ESBOZO BIOGRÁFICO

NOTA DE AR SOBRE LA ENTREVISTA PARA UN ESBOZO BIOGRÁFICO
1998

DEDICATORIA EN LA CAIDA DE UN PRESIDENTE

DEDICATORIA EN LA CAIDA DE UN PRESIDENTE
1996

PORTADAS HECHAS POR A.R PARA SU LIBRO PALABRAS DE MUJER

PORTADAS HECHAS POR A.R PARA SU LIBRO PALABRAS DE MUJER

MEMORIAS ESPIRITUALES

MEMORIAS ESPIRITUALES

LA SOLEDAD DEL GUERRILLERO

LA SOLEDAD DEL GUERRILLERO

ARGENIS RODRIGUEZ Y EDGARDO MALASPINA

sábado, 3 de mayo de 2008

UNA ENTREVISTA

UNA ENTREVISTA

Yo le dije a Argénis que necesitaba hacerle unas preguntas para un pequeño trabajo que estaba preparando sobre su vida y obra.
Se mostró receptivo y fue dando todas las respuestas con los detalles y la erudición que le era propia:

Edgardo Malaspina: Argénis, ¿por qué te hiciste Escritor? Cuéntanos de tu vida.

Argénis Rodríguez: No sé si me hice escritor. Recuerdo que desde niño leía la Biblia y una Historia de Venezuela y que mi mamá nos recitaba poemas de Pérez Bonalde, Alirio Díaz Guerra y Andrés Eloy Blanco. También recuerdo que mi papá nos leyó unas novelas sobre Tarzán y se la pasaba consultando un pequeño Larousse. Mi abuelo, Manuel Rodríguez, también me leía cuentos e historias y mi mamá vieja, con la que me crié, me contaba cuentos de la Guerra Federal. Entre los 10 y 12 años me leí algunos cuentos de Poe, una novela de Zola y Doña Bárbara. Cuando empecé el primer año de bachillerato nunca entendí la gramática, pero si me estaba leyendo Humillados y Ofendidos de Dostoievski y Los Cosacos, de Tolstoy. Luego leí y releí a Rubén Darío por el Chileno Francisco Contreras; Peonía, de Romero García y casi toda la obra de Vargas Vila. Abandoné el bachillerato, me encerré en Las Mercedes del Llano a leer y escribir mis primeros cuentos. Después me fui a Cabruta y viví con una prostituta que se enamoró de mí. De Cabruta di el gran salto a Caracas y aquí trabajé en un taller mecánico y leí a todo Baroja, a Chejov, a Camilo José Cela, a Blanco Fombona y Wensceslao Fernández Flores, de este último autor me gustó mucho El Bosque Encantado.
Un día viaje desde Las Mercedes del Llano hasta Caracas. Trabajé en un taller mecánico. Leí mucho a Chejov. Después trabajé en una librería. Aquí descubrí a los escritores norteamericanos. Me leí todo Hemingway y a Faulkner. También a Francis Scott Fitzgerald. Pasé un año con Crimen y Castigo, de Dostoievski. En el depósito de la librería encontré los dos tomos de Del Tiempo y del Río, Thomas Wolfe. Con este libro pase dos años. Descubrí a Carolina, de Teodoro Dreiser. Me enamoré por primera vez cuando contaba 24 años. Me casé con una muchacha que me llevaba dos años. Yo anotaba todo en mi Diario, pero cuando me casé esta señora me quemó el diario. Ella no creía en mí. Quería que fuera oficinista y que dejara la lectura y la escritura. En mi luna de miel escribí El Tumulto. Salió en México y aquí lo atacaron mucho. Solo Guillermo Meneses lo elogió. Dijo que yo escribía a los trancazos. A la caída de Pérez Jiménez me fui a las guerrillas. Allí también llevaba mi diario. Allá mataron a Iván Darío Barreto, que estudiaba en la Escuela Técnica Industrial. Tenía 19 años. También mataron a Miguelito, que se fue a las guerrillas porque estaba desempleado. En las guerrillas no pude leer nada. Cuando bajé no cesaba de recordar a Iván.
Me fui a Chile para huir de las guerrillas, que eran una completa locura y anarquía. En Chile trabajé en El Siglo y traté de escribir Entre las Breñas. En una año solo escribí un capítulo. Regresé y andaba por ahí desempleado y escribí Entre las Breñas en unos seis meses. Mi hermano Adolfo daba clases en un colegio. Me dejó esas clases y con lo que gané pagué la primera edición de Entre las Breñas. Se me abrieron las puertas por todos los periódicos de Caracas. Los comunistas me llamaron traidor. Yo me dediqué a escribir para El Nacional y Ultimas Noticias. El doctor Gonzalo Barrios, que era Ministro del Interior, quiso conocerme y nos vimos en un restaurante con Juan Liscano. De esa reunión salí con una beca para París. En París me inscribí en la Alianza Francesa. Leía de todo. Después me fui a Madrid en tren y escribí un libro que titulé Donde los Ríos se Bifurcan. Al año estaba de regreso en Venezuela. Conocí a la abogada Mirna Linares Alemán. Salió en estado. Ella consiguió una beca en el Ministerio de Justicia y volamos a Bélgica. Aquí yo estudiaba francés y leía y escribía mucho.
En Bruselas escribí un diario de cerca de mil páginas y escribí La Fiesta del Embajador que me editó Camilo José Cela. Cela, quien sería premio Nobel poco después, me editó once relatos más en su revista Papeles de Son Armadans.
Al lado de Mirna escribí Gritando su Agonía. Esta es la noivela más difícil que he escrito. Me costo tres años de trabajo. La editó el novelista Tomás Salvador en Barcelona, España, y allá se agotó.

Edgardo Malaspina: ¿Por qué te han tildado de Poeta maldito?

Argénis Rodríguez: Bueno, cuando uno ha hecho lo que ha hecho, como eso de estar en unas guerrillas y publicar Entre Las Breñas no es para menos que lo llamen a uno maldito.

Edgardo Malaspina: En donde los Ríos se Bifurcan tu dices que una leyenda en torno a un hombre, es más importante que la verdad más heroica. ¿Tiene Argénis Rodríguez su propia leyenda?

Argénis Rodríguez: Si, de mí dicen que soy una leyenda. Lo escribió Julio Miranda. Y donde voy dicen: Argénis es una leyenda.

Edgardo Malaspina: ¿Para que sirve la literatura?

Argénis Rodríguez: La literatura sirve para atormentarse. Para más nada.

Edgardo Malaspina: ¿Cuál crees tú que es tu mejor novela?

Argénis Rodríguez: Mis mejores novelas son Entre las Breñas, Breve Relación de la Destrucción de un País, Cruz de Silencio y otras más. Creo que todas.

Edgardo Malaspina: Vargas Vila decía que escribía parado y sobre un pupitre alto. ¿Cómo escribe Argénis Rodríguez?

Argénis Rodríguez: Yo escribo donde sea. En un banco. En un bar, entre la muchedumbre, en el silencio de la noche.

Edgardo Malaspina: El suicidio ha estado siempre presente en tu vida. Voltaire también hablaba de suicidio y cuando se le preguntaba por qué no se suicidaba contestaba que solo Dios tenía derecho a quitarle la vida. ¿Es ese el caso de Argénis Rodríguez?

Argénis Rodríguez: Si, los suicidas y los locos siempre me han llamado la atención. Y los poseídos que más admiro son Strindberg, Dostoievski, Thomas Wolfe, Hemingway, Rimbaud, Lautréamont y Van Gogh. Admiro a mucha gente de esta clase. Admiro a Malconl Lowry por su novela Bajo el Volcán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena esta entrevista, deja ver un aspecto fundamental en la vida del escritor, es un tanto corta, pero contiene esa forma tan amena de su prosa.

Gracias
Saludos